No tengo palabras para describir las sensaciones de anoche. A medida que se acercaba el final del partido, más largos me parecían los minutos. No sufrí tanto como en los cuartos de Euroliga pero casi casi. Mi cuello y mis hombros se convirtieron en piedra: estaba agarrotado perdido. El Milan hacía entrar hombres de refresco y yo sólo pensaba que Rui Costa y Cafú (que deben tener ya 125 años) nos la íban a liar. Los rossoneri sacaban de banda en su propio campo y yo ya estaba temblando. Pero no. Tenemos un equipo serio. Muy serio. Y no pasamos apuros.El pitido final marcando nuestro pase a la final fue toda una liberación. A mi padre se le saltaban las lágrimas. A mi casi. La euforia era total y, claro, había que celebrarlo. XD. Cervezita tras cervezita para festejar el éxito logrado. Mensajito tras llamada para compartir el momento con amigos. He dormido dos horas esta noche. Me he levantado a las 4h30 para ir a trabajar. En un día cualquiera, me hubiese querido morir. Hoy no, hoy no me ha costado nada salir de la cama. Estaba en una nube. Felicidad absoluta. Y ahora... ¿qué? Pues nada, a por una entrada para la gran final, sea como sea, aunque haya que actuar como un carroñero. Agotaré todas las vías. No me lo quiero perder. Nos vemos en París.____________oasis - whatever
La segunda aparte, sentado, apoyé los codos en la parte superior de las rodillas en la soledad del sofá de mi casa.
Al acabar el partido quise saltar de alegria, me costó, me dolian las piernas de la presión, ..., me limité a gritar como un loco.
Grité, en Madrid, esperando que se me oyera en Canaletas, o al menos, que todos los madridistas del edificio supieran que hay un culé, orgulloso, entre ellos.
Jo jo jo.
¿Ya has empezado a recibir amenazas de muerte en el buzón?